Santo Entierro de Cristo

Historia

Fundada en el año de 1887, se considera la cofradía Raíz de las existentes en la ciudad. Se haya establecida canónicamente, desde su constitución, en la S.I. Concatedral de San Pedro Apóstol. Organiza la Procesión General del Santo Entierro de Cristo de Viernes Santo, a la que asisten todas las cofradías de la ciudad, portando a hombros los pasos del Lignum Crucis (1968), que porta la reliquia de la Santa Cruz llegada a Soria en 1522, cuando el Papa Adriano VI la requirió para venerarla devolviéndola al año siguiente; y el Santo Sepulcro (Zaragoza, 1891), paso titular de la cofradía. También portan el Crucifijo del Santo Entierro encargado al escultor Molina en 1901 ya que la imagen de Jesús Crucificado que se procesionaba hasta ese momento, propiedad del señor marqués de La Vilueña, se quemó en el incendio de su palacio en 1897.
Su Hermano Mayor ostenta, por derecho propio, la Presidencia de la Junta General de Cofradías de Semana Santa.

FUNDADA : 1887.

SEDE : Concatedral de San Pedro.

DÍA DE PROCESIÓN : Viernes Santo.

HÁBITO

Su hábito se compone de saya negra, capa de raso negro, cíngulo amarillo, guantes blancos y calzado rigurosamente negro; con la peculiaridad de ser la única cofradía cuyos cofrades salen en procesión con la cabeza descubierta y sin báculo.

LOS PASOS

SANTO SEPULCRO
Urna realizada en madera y cristal con decoraciones doradas. La tapa está rematada con una cruz desnuda sobre la que cuelga el sudario y en la que se entrecruzan la caña con la esponja y la lanza.
Dentro de la urna podemos contemplar un Cristo yacente sumido en la rigidez de la muerte. Sus ojos están entre abiertos al igual que su boca, la cual nos deja entrever la lengua, los dientes y la úvula vulgarmente denominada “la campanilla”.
El cuerpo con los brazos estirados entorno a él, muestra las heridas de la pasión de clavos y lanzada.

LIGNUM CRUCIS
El relicario del Lignum Crucis contiene en su interior una pequeña astilla de la verdadera cruz en la que Cristo fue crucificado. El pequeño fragmento del Lignum Crucis está colocado en un relicario con base circular sobre el que se eleva la parte central, de forma redondeada, en cuyo interior, tras un cristal, se ubica la venerada reliquia dentro de un departamento en forma de cruz. El viril y el astil del relicario son del siglo XVI y el pie de finales del XVIII.
La carroza en la que se porta el relicario fue elaborada en Cataluña para sacar en procesión la imagen de San Saturio, patrón de la ciudad. Sin embargo fue adaptada entorno a 1969 para sacar a hombros la reliquia el Lignum Crucis.

PROCESIONES

Finalizados los Santos Oficios en los templos de la ciudad, las calles de Soria se constituyen en ríos de penitentes que bajan por la calle Real hacia la S. I. Concatedral de San Pedro. Por el centro de la ciudad, especialmente el sorianísimo Collado; las calles comienzan a llenarse de vecinos y forasteros que, como presagio de la solemnidad que se avecina, aguardan la subida de la Santa Procesión General del Santo Entierro de Cristo.

Con rigurosa puntualidad, a las 19.30 horas, salen por la plateresca puerta de San Pedro la cruz parroquial con sus ciriales y el sencillo paso de La Borriquilla. De este modo da comienzo la procesión organizada por la Cofradía del Santo Entierro de Cristo acompañada por el resto de cofradías de la Ciudad de Soria; que será presidida por las Autoridades eclesiásticas y a la que asisten las Autoridades civiles y militares. Lentamente, con la solemnidad y sencillez propia de los sorianos, la procesión sube por la calle Real, la plaza Fuente Cabrejas, la calle Los Miranda, calle Mayor, Plaza Mayor, El Collado y Marqués de Vadillo hasta la plaza Mariano Granados; donde las cofradías esperan la llegada de la Virgen de la Soledad. En este recorrido, los sorianos se agolpan para ver pasar los pasos que reciben con un sentimiento familiar situándose en los rincones de toda la vida que, en palabras del Cronista de Soria don Miguel Moreno y Moreno, sirven para la evocación de glorias y nostalgias; pues si hay algo que realmente caracteriza a los sorianos es la fiel observancia de sus costumbres individuales.

En riguroso orden, las cofradías y sus pasos van subiendo al encuentro con la Virgen de la Soledad. La Entrada con La Borriquilla (1960), La Oración del Huerto con su paso de La Oración (siglo XIX), La Flagelación con el Cristo atado a la Columna (siglo XVI) y el paso de La Flagelación (1954), El Ecce Homo con su paso del Ecce Homo (siglo XVII), Las Caídas con el sobrio paso de La Caída (siglo XIX), Las Siete Palabras con los pasos de La Exaltación de la Santa Cruz (1999) y el Calvario de los Florines (siglo XVI), el Cristo del Humilladero (siglo XVI) –que sube solo sin la Cofradía de La Soledad a la que pertenece-, El Santo Entierro con el Crucifijo del Santo Entierro (1901) y los pasos del Lignum Crucis (1968) y el Santo Sepulcro (1891); y, cerrando la procesión, La Soledad con la imagen de la Virgen de la Soledad (siglo XVI).

Conforme cae la noche, la solemnidad de la procesión aumenta y el silencio es el protagonista cuando llegan los últimos pasos, el recto y hueco sonido de los tambores del Santo Entierro seguido por la doliente Virgen de la Soledad. Al llegar a la plaza Mariano Granados, tras recibir a la Virgen con los acordes del Himno Nacional y el corazón en un puño, la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Soria canta la Salve a su madre perpetua. Finalizada la despedida a la Virgen cada cofradía, en procesión hacia sus respectivos templos, realiza su regreso por el camino más corto; concluyendo así los actos del Viernes Santo.

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